 |
En general, la mayoría de las aves vuela a una velocidad de entre 35 y 90 kilómetros por hora. En los viajes largos, las aves más grandes generalmente vuelan más rápido que las más pequeñas. En un día sin viento, las garzas, los halcones, los cuervos y otras aves más pequeñas pueden recorrer entre 180 y 450 kilómetros en 10 horas de vuelo continuo. Los patos y los gansos más veloces pueden viajar entre 700 y 900 kilómetros en el mismo período de 10 horas.
Por lo general, las bandadas vuelan más rápido que las aves solitarias. La velocidad se ve afectada no sólo por las condiciones ambientales sino también por factores de motivación. Las aves tienen tendencia a volar más rápido a medida que se aproximan a sus zonas de cría. Los estudios han demostrado que las aves vuelan varios kilómetros por hora más rápido durante su migración de primavera hacia las zonas de nidación, que en otoño, cuando vuelven a sus refugios de invierno.
La mayor parte de las aves migratorias viajan a menor velocidad que la que son capaces de alcanzar. Por ejemplo, los gansos canadienses, que pueden migrar en dos semanas volando a velocidad máxima durante 8 horas diarias, en realidad hacen coincidir su velocidad de vuelo con el progreso de la estación. Demoran casi 3 meses en migrar desde el sur de los Estados Unidos al norte de Canadá. Generalmente, las aves vuelan siguiendo el avance de las estaciones para asegurarse la disponibilidad de alimento.
Otras aves migratorias esperan en sus refugios de invierno hasta que la primavera esté bien avanzada en sus territorios de cría. Esto es más usual para las especies cuyos refugios de invierno se encuentran al sur de los Estados Unidos, particularmente si sus zonas de cría están en el lejano norte.
El factor común de las migratorias lentas y las veloces es que ajustan su arribo a la zona de cría para llegar cuando las condiciones son óptimas para la reproducción.
|